#OrigiReto2018. Enero (I). Olvidar

¡Hola!

Este año me he propuesto seguir un reto de escritura. Consiste en escribir 24 relatos, 2 por cada mes, a lo largo de este año. La idea ha sido llevada a cabo por Stiby y Musajue, y podéis ver sus entradas de información de los retos en este y este enlace, respectivamente. Si os interesa, pero creéis que es un poco tarde, ¡no lo dudéis, podéis reengancharos! Sólo tenéis que ir a las entradas e informaros.

El caso es que… hoy os traigo el primero de mis relatos de enero. Sí, lo sé, igual es un poco tarde… jaja

Hace muchísimo, pero muchísimo tiempo que no escribo. Me ha costado bastante llegar a las 1000 palabras, pero lo he conseguido. Y aunque parezca una tontería, estoy contenta porque siento que puedo volver a ponerme a escribir.

Mañana (o pasado) traeré el segundo relato de este mes. De momento os dejo con este (más tarde, hoy mismo, actualizaré la entrada con la pegatina del reto y los puntos cumplidos por el momento). Espero os guste, o que al menos no sea una muy mala lectura.

 


 

Olvidar

Mis pasos resuenan en el hall del hospital. Casi está vacío, exceptuando un par de bedeles que están abrillantando el suelo. Es bastante tarde. El sol se está ocultando y, mientras me dirijo hacia el parking, sólo oigo el retumbar de mis latidos en mis oídos.

Ya está, me digo. Ya está, he llegado a este punto. Lo he decidido. Y estoy sola.

Abro el maletero del coche y dejo, no sin cierta dificultad, la bolsa que ahora llevo a todas partes, por si ocurriera cualquier cosa. Habría quien se preguntaría por qué nadie me ha acompañado al hospital hoy. Pero nadie me ve. No hay nadie para oírme. Nadie se pregunta qué hace una mujer embarazada sola en un hospital.

Ni siquiera los médicos que me han acompañado en las pruebas han preguntado cosa alguna. Ya me conocen. Conocen mi situación, conocen mis dilemas. Callan.

Aunque quizás no es tan raro realmente. Será que siempre imaginé este momento acompañada, y no sola. Por desgracia, me temo no ser la única mujer que ha pasado alguna vez por esta situación. Sin embargo, eso no hace que sea mejor. O que me sienta menos sola. O que duela menos cada día.

Siento que nunca dejará de doler.

Arranco el coche y, pese a que intento obviar esa idea venenosa que hace tiempo que estoy intentando eliminar, noto que sigue ahí. Al acecho. Esperando el mejor momento para salir. Sobre todo cuando estoy sola. Aunque siempre estoy sola. Así lo he decidido.

Pero hoy el veneno está ahí con más fuerza que nunca. Y sé perfectamente por qué está ahí. Renovado. Pudriendo mi alma hecha añicos. Está más presente que nunca porque lo he sabido. Hoy lo han dicho.

Es un niño.

No es que sea algo malo, me digo mientras conduzco a la salida del aparcamiento. No es algo malo en absoluto. Pero hubiera preferido no saberlo. Prefería que la idea de un bebé sin aspecto, sin nombre y sin género siguiera ahí. Sin género. Sin sexo. No quiero saberlo.

No quería saberlo.

No necesitaba conocer nada más de él. No necesitaba más de este ser que llevo en mi interior y que crece día a día. Bastante hice con elegir, cuando no había más que hacer. Cuando el daño ya estaba hecho. Cuando nadie podría ya hacer nada por mí.

Me dieron dos opciones. Pude elegir el otro camino. Algunos dirían que habría sido el más fácil, pero ninguna de las opciones lo era. Cualquiera con dos dedos de frente lo sabe. Pero elegí que siguiera dentro de mí. Que el resultado de una de las peores noches de mi vida siguiera en mi vientre, creciendo.

Lo engendré. Lo llevaré conmigo hasta el final. Lo pariré. Pero no seré su madre, ni él será mi hijo. No es mío.

Nunca lo fue.

Es hijo de nadie. No tendrá una preciosa historia de amor detrás de su existencia, como casi ninguno de nosotros la tenemos en realidad. Sin embargo, espero que su vida sea más benévola. Que pueda empezar con un lienzo en blanco. Que no tenga un estigma. Que yo no sea su madre. Que nunca le pueda mirar con reproche.

No es su culpa.

He pedido que quienes lo quieran no sepan bajo qué circunstancias llegó a este mundo. No quiero que tengan tanto miedo como yo. No quiero que sepan que su padre era nadie. Un asaltante, que me eligió en medio de la noche. Que me violó. Que nunca vi su cara, y por ello vivo huyendo y con miedo.

El hospital está en las afueras de la ciudad, así que callejeo muy poco hasta que me encuentro en la carretera comarcal que lleva a la casa que he alquilado en las afueras de la ciudad.

Les he dicho a todos que necesitaba un respiro. Pedí una excedencia, mentí. A todos les dije que quería trabajar en una nueva novela. Incluso a quienes no conocían esa faceta mía. Antes me daba vergüenza admitir que escribía, que me gustaba vivir en otros mundos.

Ahora me avergüenzan otras cosas.

Como el pensar que una pobre criatura va a ser igual que aquel cabrón que me atrapó una noche de verano. Como el pensar que el pequeño que llevo en mi vientre llegará un día en el que esperará en una esquina, tapará con su mano la boca de otro pobre ser infeliz y lo llevará lejos de donde nadie pueda oírlos. Me da vergüenza admitir que me da miedo que algo tan puro se convierta en algo tan deleznable. Pero soy incapaz de pensar en otra cosa.

La carretera sinuosa se adentra en el monte, tan cercano a la ciudad pero a la vez tan oculto por ella misma. Nadie me busca. Nadie pregunta. Me pregunto si alguien lo habrá averiguado. Si también tendrán vergüenza.

El silencio es atronador.

En algún momento he pensado que no sería tan malo criarlo. Pero ya es tan tarde. Estoy aislada. Me he apartado y ya nunca podré volver. Sin embargo, ahí está, latente. La idea sigue ahí. En mi cabeza. El remordimiento agita mi conciencia.

Pero yo estoy tranquila.

No lo criaré. No seré tan ingenua de pensar que podré hacer de él un buen hombre, si ni siquiera al oír sus latidos he dejado de pensar en por qué lo tengo dentro de mí. En que fuera como fuese, podría hacerle esto mismo a otra persona.

No.

Debe tener la oportunidad de ser cuidado y mimado por alguien mejor. Alguien que no esté hecho pedazos. Alguien que no haya tenido la necesidad de huir. De esconderse. De desaparecer. Debe poder ser normal.

Ser feliz.

Equivocarse.

Debe tener la oportunidad de ser alguien bueno. No ser el reflejo de algo que nunca debió suceder. Debe ser libre de no sentirse mal cada vez que alguien le mire. Y yo no podría. Sé que no podría.

Veo algo a lo lejos, en la carretera.

Ojalá fuera un nuevo comienzo, algo que me permitiera olvidar.

 


Edit:

Añado la pegatina de los puntos 🙂

enero01

En cuanto pueda me pasaré por los demás retos publicados. Si habéis participado, no dudéis en dejarme el enlace.

¡Un saludo!

7 comentarios en “#OrigiReto2018. Enero (I). Olvidar

  1. sheilamp92 dijo:

    Hola!
    Guau! Me ha gustado mucho tu relato. Yo esa opción ya la escogí para mi primer relato y lo intenté llevar al lado cómico y veo que tu justamente lo has llevado al lado contrario y la verdad es que me ha sorprendido muchísimo.
    Es una pena que todo lo que has plasmado son historias de mujeres reales, que sabemos que sucede pero no llegamos a imaginar por lo que pasan a no ser que hayamos estado en su misma situación. Yo quizá le hubiera dado el suficiente valor para que criase a su hijo, para formar y transmitir valores y formar una persona y no otro futuro monstruo porque ¿quién sabe?…quizá las personas que lo van a criar son iguales o peores que el que le hizo eso, pero es mi humilde opinión, de todas formas ya te digo que me ha encantado.
    Y sigue escribiendo porque lo haces realmente bien.
    Un beso y ánimo con los siguientes!😘

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    • Eli, Srta. de verde dijo:

      ¡Muchísimas gracias por leer y comentar Sheila! Qué coincidencia que hayamos decidido empezar por el mismo, estoy deseando ver cómo lo llevaste por ese lado cómico, porque quizás sí me he pasado un poco con el drama, #ups. Así que me voy a pasar por tu relato en cuanto pueda 🙂
      Muchas gracias por el aliento y los ánimos para los siguientes, ¡espero dar lo mejor de mí! Y ánimo para ti también!
      Un besazo.

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  2. KATTY dijo:

    Estupendo relato, bastante descorazonador, pero tan realista que duele. Sentimientos sinceros y miedos muy bien definidos en un divagar de pensamientos que se sienten muy naturales. Buen relato, cumple el ejercicio correctamente, así que cuento de momento esos 5op y a la espera del siguiente, enhorabuena ^^
    .KATTY.

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  3. Stiby dijo:

    ¡Hola!
    Al inicio no tenía claro qué objetivo podía ser, aunque cuando mencionaste el hospital empecé a pensar que podría ser este (también valoré el del manicomio). Me ha gustado cómo lo has encauzado, no empezando de lleno con las inquietudes de la madre, sino poco a poco, para acabar desahogándose entera.

    La pegatina genial para este relato, todavía no sé si hiciste otro en enero, tengo que verificarlo.

    Antes de irme quiero resaltar un párrafo de tu relato que me ha dejado con el estómago encogido y con el que creo que has transmitido bastante :

    Como el pensar que una pobre criatura va a ser igual que aquel cabrón que me atrapó una noche de verano. Como el pensar que el pequeño que llevo en mi vientre llegará un día en el que esperará en una esquina, tapará con su mano la boca de otro pobre ser infeliz y lo llevará lejos de donde nadie pueda oírlos. Me da vergüenza admitir que me da miedo que algo tan puro se convierta en algo tan deleznable. Pero soy incapaz de pensar en otra cosa.

    ¡Sigue así! ¡gracias por participar en el origireto!

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  4. Luis Gallego dijo:

    Que cuento tan bonito, a pesar de lo dura que es su experiencia la madre siempre desea lo mejor para su hijo, lo descarga de culpa continuamente e, incluso, da la impresión de que su temor es infundado porque el niño no se parecerá al criminal sino a ella. Me encanta el estilo, las frases sueltas. Enhorabuena.

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    • Eli, Srta. de verde dijo:

      Muchísimas gracias Luis. La verdad es que después de tanto tiempo sin escribir, me alegra muchísimo ver que os está gustando el relato y el estilo del mismo, así que ¡muchas gracias por hacérmelo saber! Eso me da mucha fuerza para conseguir retomar la escritura 🙂
      Un abrazo =)

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